Estábamos aún en 2014 cuando Laura Freixas escribió “Cataluña y el pensamiento mágico”, sobre el documental “L’endemà” producido por TV3 y emitido en Diciembre de aquel mismo año. Aquella película pretendía, según se dijo oficialmente, “aclarar las dudas de los indecisos” sobre la conveniencia de tener un Estado propio. El argumento consistía en hilvanar entrevistas a jueces, escritores, economistas y otros profesionales, que describieron cómo iba a ser la Cataluña independiente, con predicciones similares a éstas: “Habrá más plazas en las guarderías”; “Más inspectores fiscales”; “Más jueces y mejor formados”; “Una economía productiva, no especulativa”; “Seremos la California de Europa”; “El periodismo será más plural e independiente”; Nuestro presupuesto anual aumentará en “16.000 millones, o sea cuatro veces más de lo que hemos recortado”…
Pues bien.
A día de hoy, en pleno Noviembre de 2017, han pasado tres años, y lo que es más significativo, se han fugado 2700 empresas (el 40% del PIB), Barcelona ha perdido la sede de la Agencia Europea del Medicamento, e incluso puede que pierda la organización del Mobile World Congress. Es factible empezar a sospechar que en Cataluña no tendremos “el mejor país del mundo” (como aseguraba Forcadell en sus mitines). Presumimos actualmente de haber enviado a un president republicano a un país monárquico (Bélgica).
¿Alguna previsión más? No, por favor. El fascismo puede ser un nazismo de balneario, pero, ojo, los totalitarismos son peligrosos. La hibernación de ideas que exhibe TV3 es preocupante y recuerda un contraejemplo: “¿Qué diablos hubiera ocurrido si Goebbels hubiera disfrutado de Internet?”
Terror del yermo. Recordamos un artículo de prensa, “Hasta aquí TV3”, sobre las reticencias de la tele ante el paso de la oca catalana. La empresa estrella de la Corpo continúa como si no existiera el tiempo, muy bien realizada en sus escenografías, lo habitual, esto es, a lo Leni Riefenstahl. Divina, hipnótica, mágica. La televisión pública catalana ha erigido un púlpito de hielo en el espectro, y hasta aquí. Dos mil años a rebosar de civilización, consenso y pragmatismo, cualidades de un territorio europeo único, reducidos a chatarra, a una caricatura, a un oprobio infernal que sale periódicamente en las pantallas (y en el Born) y comenzó en la “guerra entre catalanes y españoles” de 1714.
La cosa es grave, realmente, y lo vuelve a explicar el siguiente artículo en El País (de Íñigo Domínguez), que enlazamos a continuación.
https://politica.elpais.com/politica/2017/11/11/actualidad/1510405274_761069.html
[Palabra de Mono Blanco]