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Periodismo y metalenguaje

Septiembre 2007

A propósito de la muerte del escritor Carlos Trías, en Barcelona han aparecido varios artículos de prensa glosando su figura. De entre ellos, ha destacado el del escritor, poeta, artista plástico y hoy también dramaturgo Narcís Comadira. Asimismo, Félix de Azúa, escritor, poeta y profesor, una de las prosas castellanas más vigorosas de la literatura española, pergeñó un estupendo artículo póstumo el 10-IX-2007 en el ‘El País’. Alabando a un hijo de la refinada burguesía barcelonesa, ambos textos reseñaron la singularidad personal y literaria del difunto, y lo hicieron involucrando al catalán y al castellano, respectivamente; es decir, a las dos lenguas que desde tiempos inmemoriales ha simultaneado la élite cultural de Barcelona.

Sin embargo, caben algunas puntualizaciones. Comadira empieza su artículo mencionando que él pertenece a una “espiritualidad literaria” diferente a la del finado, y asevera que la suya es la espiritualidad del idioma catalán, mientras que la espiritualidad de Carlos Trías Sagnier –a quien rememora siempre con afecto– era evidentemente la del “español”. Lo escribe así un par de veces.

Es curioso. Nunca nadie en Cataluña, históricamente, ni por supuesto en Barcelona –y menos los Trías o los Sagnier– ha llamado “español” a la lengua castellana. Aquí la tradición siempre ha sido la de que uno habla, escribe, lee… en catalán o en castellano (en català o en castellà). Decir “español” cuando se alude al castellano en Cataluña no estaba en boca de nuestros padres, abuelos, ni bisabuelos. Y Comadira conoce nuestras tradiciones perfectamente. Por estas latitudes, en concreto, “enraonem en català o en castellà”, indistintamente, pero nunca en “espanyol” (???). Se trata de un uso apelativo de la lengua de Cervantes inexistente en Cataluña hasta fechas muy actuales. Es raro que el erudito Comadira no conozca la costumbre oral y escrita de llamar “castellano” al castellano en Cataluña. O bien ha decidido apuntarse a la moda del ideario nacionalista radical que, ahora, junto con los madrileños del PP más recalcitrantes, eluden cuanto pueden hablar del “castellano” y siempre preconizan el “español” como nombre adecuado de la lengua del imperio.

Este nimio incidente sociolingüístico sorprende en el contexto de Cataluña, y muestra el giro sutil pero forzado que se exhibe en algunos medios con respecto a los dos idiomas. Podría decirse que en este punto los “extremeños” se tocan, los pseudofascistas de la meseta se juntan con los independentistas más acérrimos, tipo el actor Joel Joan, y este paralelismo choca aparentemente con el perfil cultivado de Comadira. Por otro lado, en oposición a tales declaraciones, muchos catalanes de antes y de ahora –y esperemos que del futuro– yuxtaponen, contraponen, alternan, funden, confunden y fusionan las “dos espiritualidades” del noreste peninsular ibérico sin ningún problema –es más, diríamos que con gran ventaja–, como si nada pasara verdaderamente, y a diario.

Dicho lo cual, el artículo comentado de Narcís Comadira, es, como todo lo que sale de su pluma, de agradabilísima lectura.

[Palabra de Mono Blanco]

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