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Cristobalillo

Parece que el oso tiene una oreja tan fina que iguala la del perro, pero desde luego falla un especimen, el oso del madroño, que está como una tapia.

Xavier Vidal-Folch dice en un artículo de El País de 2-X-2014 que el Ministro de Hacienda es un escándalo: es un agente encubierto de ERC en Madrid, es decir, como le pasaba a Josep Pla –espía de Franco, en Francia. Después de ver lo que afirma Vidal-Folch, la categoria literaria de Pla (que sordeaba) no aminora, pero hay que rebajar la inteligencia de Cristóbal Montoro, gusano puro al lado del monstruo de Palafrugell.

Rajoy sigue con poemas íntimos, es decir, inaudibles, e ignoramos si escribe con renglones torcidos, como Dios, pero sospechamos que los individuos de Madrid que ocupan sus correspondientes Carteras lo hacen a la manera de Cristóbal El Diver.

Los publicistas decimonónicos del Principado excluyen al universo si no hay independencia –nosotros censuramos un animal, y condenamos las risitas–, y, por otro lado, la caterva mediática dice que la Consti monda y lironda, pelona -entre ellos, el centro-, sirve ‘pa todo’.

¿Cómo reaccionar ante la charlotada? Probablemente, lo único digno es lamentarnos, como el periodista citado, cuyas palabras –quizá jeremíacas, y en todo caso pedagógicas– reproducimos a continuación.

Xavier Vidal-Folch, El País 2-X-2014

Cataluña no es culpable

Los catalanes no son culpables de la pinza entre dos Gobiernos nacionalistas enfrentados. Sobreviven entre la espada del secesionismo y la pared de una acerba recentralización. Digan algo de esta, también, los doctos asiduos de estas páginas, los Ubide, los Carbó. La locomotora económica de España merece más reconocimiento. Incluso por egoísmo.

Es una provocación incendiaria que, con lo que llueve, el presupuesto de 2015 incluya la menor inversión pública regionalizable del Estado para Cataluña en 17 años; que Cataluña sea la más penalizada respecto a 2011, con un descenso del 57,9% en la inversión per capita; y el farolillo rojo de las comunidades peninsulares en inversión por habitante en 2015 (según El País de ayer). O Cristóbal Montoro se ha convertido en secreto en jefe de Esquerra o quiere independizarnos.

En vulgata de partidas y administraciones distintas: AENA aumenta el coste de la T-4 de Barajas en 400 millones por tasación de precios expropiados (ya sobrepagó un 600% del presupuesto inicial), y el tren de Barcelona a El Prat duerme en vela de una inversión privada. Pues claro que la gente sale a la calle.

Ahora Cristóbal perdona la vida a las autonomías que desbordan desde ya el déficit que tenían de tope para todo el año. ¿Quién alguacilará al alguacil? ¿La Autoridad-Fiscal-Independiente-Sometida? ¿Bruselas? Si el ministro mira para otro lado, es porque él suele ser muy incumplidor: por cinco décimas en 2013.

Y sobre todo porque se han adjudicado todos los márgenes, y todos los sobrantes de recaudación, mientras regurgitaba el partido facha contra la presunta anti-España periférica: las autonomías… En 2012 la Administración central (más la Seguridad Social que ella administra) no redujo el déficit de 2011, lo igualó (5,2%), mientras las autonomías lo reducían a la mitad (3,3% a 1,8%). Y en 2013 lo aumentó (a 5,3%), mientras las autonomías lo reducían. Y los denostados municipios se llevaban todos los laureles.

O sea que en términos relativos, el Estado (central) ha hecho muy poco por la austeridad. Solo predicó; dieron trigo las autonomías. Como con acierto ha resumido el consejero de Finanzas catalán, Andreu Mas-Colell, “en el periodo 2010-2013, las comunidades realizaron el 56% del ajuste global, y las corporaciones locales el 31,6%, mientras que la Administración central y la Seguridad Social solo asumieron el 12,4% restante”.

¿O sea? Que en términos políticos, la austeridad ha sido autonómica; el Estado central ha vegetado; incluso engordado. Y que en lo económico-social, los recortes han dañado a la sanidad y la educación —ambulatorios y escuelas—, gestionadas por las autonomías, y no al gasto corriente burocrático. Bajo la cruzada antiseparatista late también una pulsión antiautonómica. Y, perdón, reaccionaria. Contra Cataluña. Contra el welfare state.



[Palabra de Mono Blanco]

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