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Héroes del delito

La crisis tiene dobleces. Entre los arquitectos no existía lo que eufemísticamente llamaríamos “connivencia” con el sector financiero, sino bastante más, hubo una gran impostura, una gran perversión similar a la de los “grandes objetivos” que aseguraban tener los directivos y consejeros de las grandes corporaciones.

Éstos últimos –con traje y corbata- han disfrutado de infinidad de privilegios: sueldos estratosféricos, incentivos, vacaciones, jets privados, clubs de campo, etc., a costa de las empresas… Y sin ninguna recriminación, es decir, impunemente. Pero en el gremio de la alta construcción, de la mano de ejecutivos, promotores y banqueros, y con un atuendo más informal (predominó el negro Armani), no sólo hubo un silencio corporativo de los brahmanes de la arquitectura ante la tragedia. Hubo políticos que dejaron la iniciativa a varios santones de la cofradía, sueltos y sin collar. ¿Cuántos arquitectos han permitido –sinó perpetrado– la extensión del panorama sólido que yace ante nuestros ojos, enriqueciéndose y silbando distraídamente de manera muy similar a aquellas águilas de la economía?. En Cataluña y en España, en este sentido, ha habido mayor escarnio, pues los medios –con una candidez increíble- continúan en sus trece: siguen alabando proyectos estelares, urbanismos modélicos, diseños divinos, etc.

The Economist afirmaba recientemente que por aquí tenemos 1,2 millones de viviendas sin vender (!), y decía que es la misma cantidad que en EEUU, un país seis veces más grande.

En el bando de Adam Smith (el del manejo contemporáneo del dólar, la libra y el euro) se ven hoy intentos tímidos de autocrítica y de asumir culpas, mientras que a nadie en absoluto del otro equipo -el de los émulos de Vitruvio-, universalmente, parece concernirle un planeta arruinado en sus paisajes, en sus ecosistemas, en sus espacios públicos, a causa, en gran parte, del derroche y la proliferación de edificaciones incontables e inenarrables; edificios culturalmente vacíos, edificios sin pregnancia en la red (del sentido), edificios que alguien firmó y que al final exhiben su verdadero precio.

Menos mal que alguien sensato, para amortiguar la indulgencia general de la opinión pública -patética- con los arquitectos, corresponsables zangolotinos de esta crisis, ha escrito un artículo indispensable, inaplazable, urgente, en la prensa.

El Gran Saqueo

Rafael Argullol, El País 12-V-2009

“… no tengo la costumbre de leer informes del Parlamento Europeo ni de ningún otro Parlamento; sin embargo, a instancias de un amigo jurista, he leído un documento que les recomiendo si les gusta la literatura de terror: se trata del informe elaborado por la diputada danesa Marguete Auken sobre “el impacto de la urbanización extensiva en España en los derechos individuales de los ciudadanos europeos, el medio ambiente y la aplicación del Derecho comunitario”. Es un texto de 30 páginas que se puede leer tanto como un relato espeluznante cuanto como un pequeño tratado acerca de las peores conductas en materia política y moral.

… yo introduciría el informe de la señora Auken como lectura obligatoria en escuelas de arquitectura y universidades, y además, exigiría su conocimiento detallado previo a todo candidato a ocupar un cargo público. Ustedes se preguntarán por qué muestro tanto entusiasmo por ese documento redactado con la falta de gracia que caracteriza a este tipo de escritos, y la respuesta es que puede considerarse un espejo contundente que refleja, sin florituras ni hipocresías, la abyección incrustada sórdidamente en nuestra vida pública.

… Lo que llama más poderosamente la atención es la conspiración del silencio que rodea al asunto y que se explica por la vergonzosa alianza de los eurodiputados socialistas y populares españoles en el momento de rechazar el informe de Auken que, no obstante, fue aprobado por el Pleno del Parlamento Europeo a finales del pasado mes de marzo por 349 votos contra 110, con 114 abstenciones. Una arrolladora mayoría a la que se opusieron hasta el final populares y socialistas, tan lamentablemente estos últimos que, según informaron los periódicos al día siguiente de la votación, Michael Cashman, socialista también él y autor de un informe previo sobre el tema, acabó votando a favor de la resolución.

… no extraña en absoluto aquella conspiración de silencio, pues son tantos quienes quedan retratados que apenas es comprensible que un escándalo de tales dimensiones haya podido oscurecerse con permanente disimulo durante décadas. Condenada España severamente por la impunidad que ha rodeado a la corrupción, tampoco con posterioridad nuestros foros parlamentarios se han hecho eco de la resolución europea y, cómplices entre sí los diversos partidos, ha continuado la alegre política de poner la cabeza bajo el ala.

… la sensación más desagradable que me ha quedado tras la lectura del informe Auken es que el gran saqueo, la devastación sistemática del litoral español, y no sólo del litoral -una devastación que afectará a varias generaciones, las cuales señalarán a la nuestra como culpable-, es algo acaecido durante la democracia y no antes, en el franquismo. Los destrozos heredados de éste se han multiplicado, en las décadas democráticas, hasta límites insoportables. La conclusión no es difícil: nuestra democracia ha sido tan débil y tan poco vigilante que ha aupado una antidemocracia de bárbaros que pone en cuestión, como actualmente se está comprobando, muchos de nuestros supuestos avances.

… en el informe hay una relación minuciosa de hechos igualmente inquietantes cuyos protagonistas tienen en común la codicia, una concepción mafiosa de la política y un sentimiento de impunidad que resulta tanto más irritante por el descaro con que se manifiesta. De hacer caso a Auken, y al Pleno del Parlamento Europeo, la responsabilidad del desastre se propaga por todos los círculos del Estado español, desde el más general al más local, y en todos los ámbitos, desde el alcalde hasta al arquitecto. En este peculiar relato de terror se cita con la misma dureza a la Generalitat valenciana en manos de los populares que a la socialista Junta de Andalucía, tuteladora de diversos pillajes en Almería y sustentadora, por acción u omisión, de esa peculiar joya de la corona de la corrupción que ha sido Marbella. Al igual que sucede con todo buen relato de terror hay también en el texto pasajes cómicos, como las trampas que diversos funcionarios tienden a las comisiones de investigación enviadas desde Bruselas o las aireadas protestas de castizos munícipes quejosos con la intromisión de las narices nórdicas en las suculentas recalificaciones de los terrones mediterráneos.

… con murallas de hormigón por todos lados, sabemos perfectamente que sólo a la sombra de políticos ventajistas (con la colaboración estelar de los gremios “del tocho”) ha podido tejerse la telaraña de especulación y codicia de la que ahora parecemos lamentarnos. Lo grave es que ya lo sabíamos. Estos años de destrucción del territorio del patrimonio han transcurrido a la vista de todos, y con la firma de algunos. Bastaba coger el Euromed para comprobar lo que ocurría en la costa castellonense o alicantina; bastaba atender al vértigo de los precios de las viviendas, presentado a menudo como signo de nuestro progreso colectivo, para percibir que algo nauseabundo se cocinaba a nuestro alrededor.

… Marguete Auken pone el dedo en la llaga al describir las corresponsabilidades en la callada aceptación del delito. Es cierto que a la cabeza del cortejo de la corrupción han marchado políticos vendidos, especuladores o avariciosos y prestamistas fraudulentos, pero ¿y tras ellos? Arquitectos, promotores inmobiliarios, concejales e instituciones financieras, todos conchabados ¿Pero qué hacían los jueces? Según Auken, poco, y lo poco que hacían lo hacían tan lentamente que es como si no hicieran nada. La policía iba en consonancia con los jueces. Pero tampoco los otros estamentos ciudadanos ofrecieron resistencia. Los medios de comunicación han reaccionado tarde y los ciudadanos han acabado horrorizándose como consumidores más que como ciudadanos.

… la señora Auken ha descrito vivamente un relato de terror con ingenuidad nórdica y con toda la razón del mundo: el gran saqueo de lo que pertenecía al futuro por parte de nuestros modernos depredadores. Poco se puede añadir al cuadro trazado que, en buena medida, explica las dramáticas percepciones sobre la actual crisis económica.

… Aunque bien pensado, quizá sí se puede añadir algo: el gran saqueo material de todos esos años, generador de enormes fortunas y de daños irreparables, no habría sido posible si, paralelamente, no hubiéramos incurrido en el gran saqueo de las conciencias al que ahora denominamos “falta de valores”, “novorriquismo” y cosas semejantes, pero que en los años opulentos, o que creíamos opulentos, estableció una férrea cadena de complicidades entre estafadores y futuros estafados, vinculados unos con otros por el sueño del dinero -sueño, luego, pesadilla para las víctimas- y por la confusión entre bienestar y beneficio…”

[Palabra de Mono Blanco]

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